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de CAUQUI,LUIS
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Está claro que las cosas divertidas deberían ir siempre antes que las cosas aburridas: mejor jugar que estudiar, mejor abrir regalos que recoger la habitación... Pero, por increíble que parezca, no todo el mundo piensa así. La señorita Avelina, por ejemplo, nunca encuentra un momento para disfrutar. ¿Será porque tiene demasiado trabajo, como ella dice, o más bien nos oculta algo?