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de SARRIÓN MORA, ADELINA
de SARRIÓN MORA, ADELINA
En una sociedad donde la mujer debía mantener unas rígidas normas deconducta para salvaguardar el honor y en la que al sacerdote se leexigía, en virtud de la obligación del celibato, alejarse de la mujercomo causa mayor de pecado, el momento de la confesión suponía unencuentro único, de una intimidad inadmisible en otras circunstancias. En el confesionario, situado en un rincón apartado y oscuro de laiglesia, un hombre -que podía haber accedido al sacerdocio por causasdiferentes a las vocacionales- debía exigir a la mujer penitente queolvidara temporalmente su recato para hacer un repaso exhaustivo atodo lo relacionado con el sexto mandamiento. Se trataba de un espacio en el que el creyente debía exponer todos los deseos y pasionesocultas de su carne al juicio inapelable del sacerdote,estableciéndose de este modo una peculiar y estrecha relación entresexualidad y confesión. Cuando el confesor se vale precisamente de suautoridad para incitar sexualmente o seducir al penitente -lo que seconoce como solicitación en confesión- se está minando uno de lospilares de la Iglesia postridentina. De resultas, se amenazabatambién, en la España del siglo XVI, un orden político y social queprecisaba el apuntalamiento de la institución eclesiástica. Por ello,el Tribunal de la Inquisición se dedicará a vigilar y castigar estasirregularidades a partir de entonces y hasta principios del siglo XIX. Adelina Sarrión ha investigado exhaustivamente la documentación delTribunal de Cuenca, incluida la de su > para,siguiendo el ejemplo de algunos de los trabajos históricos mássignificativos de los últimos años, rastrear las huellas de un mundoanónimo y prácticamente desconocido hasta el momento.