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CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS (Libro en papel)

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Editorial:
PICTOGRAFIA EDICIONES
Año de edición:
Materia:
Poesía
ISBN:
978-84-937655-3-8
Páginas:
128
Encuadernación:
Rústica
Idioma:
Castellano

CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS (Libro en papel)

Sinopsis

El poeta de Orihuela, con su colilla de lápiz, fue reescribiendo poemas, añadiendo algunas composiciones elaboradas ad hoc y corrigiendo poco a poco el fruto de su inspiración hasta someter lo espontáneo de su vis poética a lo consciente de una lírica premeditada.1 Pero lo más sorprendente es que se trata de poesía escrita entre las sórdidas paredes de una cárcel una vez impuesta la paz y declarada la victoria de la guerra civil española en 1939: poesía entre rejas.

El cuaderno original es una libreta en octavo menor de tipo escolar, con páginas rayadas con líneas horizontales y con tapas de cartulina grisácea.

Consta de 66 páginas: 33 hojas como 33 alas en busca de libertad.2 Forma parte del legado de Miguel Hernández depositado en el Centro Hernandiano de Estudios e Investigación (CHEI), sito en las dependencias de la Biblioteca Municipal y del Archivo Histórico de san José de la ciudad alicantina de Elche, a unos treinta kilómetros de Orihuela. Resulta especialmente emotivo tener este objeto, tan diminuto como la letra picuda del escritor, ante nuestros ojos e imaginar cómo sigilosamente escribía y depuraba sus poemas verso a verso. El cuaderno está manuscrito por Miguel Hernández hasta la página 50; a continuación, hoy, contemplamos dos añadidos de dos escrituras distintas que no pertenecen al poeta; finalmente nos reencontramos en la página 54 con otra composición de Hernández.

La portada es muy significativa: el autor experimenta una regresión infantil en la apariencia formal de sus poemas, que, en realidad, es una innovación artística. En el subtítulo advierte de que el librito es «Para uso / del niño / Miguel Hernández», es decir, para uso de él mismo, puesto que su hijo, Manuel Miguel, respondía entonces al nombre de Manolillo. El choque emocional se produce además cuando añade sus señas: «El domicilio en la cárcel»: un guiño de sueños rotos que el creador de palabras querrá resolver con poesía (de su puño y letra) y, posteriormente, con juguetes nuevos (de cartón y madera) para su hijo. Miguel decide expresarse artísticamente como si se dirigiera a un niño –a un niño-poeta, con experiencias acumuladas– en un lenguaje que un niño –su hijo– pudiera comprender mejor y suplir la ausente figura de su padre con elementos simbólicos que, llegado el caso, colmarán de afecto al infante: en la prisión de Ocaña (Toledo), decide confeccionar objetos de regalo para Manolillo: un gato, un perro, un potro, un carrito... (según carta a Josefina de 1 de enero de 1941), y después un camello, un popeye y un gurriato3 (según escribe a Josefina el 23 de mayo), y, de modo especial,
los Dos cuentos para Manolillo, a todo color, destinados a la educación en valores, a la educación sentimental del niño: «El potro obscuro» y «El conejito ». El título del Cuaderno es asimismo revelador: «Cancionero» y «romancero » «de ausencias», esto es, canciones y romances, expresiones populares e íntimas que cantan y expresan una situación y unos sentimientos engarzados por la ausencia de libertad y de amor acompañado.

A pesar de todas las contrariedades y las adversidades letales, Miguel Hernández casi es ajeno al presidio cuando escribe: frente a lo habitual en los escritores prisioneros, no se altera, más bien se enerva, es decir, asume la situación y controla el ánimo artístico: lo templa. Pero sobrecogedoramente presagia los versos de Walt Whitman: «No hay tumba de los asesinados que no dé semillas para la libertad».

En definitiva, Miguel Hernández, poeta de la naturaleza y el entusiasmo, del dolor y la incomunicación, del amor y la solidaridad es, en Cancionero y romancero de ausencias, la germinal raíz comprometida con los más necesitados y vulnerables de la sociedad. ¿Quién dijo que el arte era inútil? Miguel Hernández es el poeta de la palabra útil, de la poesía necesaria. ¿Qué per sona de bien no ha querido redimir a la especie humana de calamidades, miserias, penas y hambres? Miguel Hernández lo intentó armado exclusivamente de su poesía y con un lema insobornable: «Sólo por amor».

Introducción: Jesucristo Riquelme

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