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de LOUIS,ÉDOUARD
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de LOUIS,ÉDOUARD
Salí corriendo de repente. Sólo me dio tiempo a oír a mi madre, que decía Pero ¿qué hace ese idiota? No quería estar con ellos, me negaba a compartir con ellos ese momento. Yo estaba ya lejos, había dejado de pertenecer a su mundo, la carta lo decía. Salí al campo y estuve andando gran parte de la noche: el ambiente fresco del norte, los caminos de tierra, el olor de la colza, muy intenso en esa época del año. Dediqué toda la noche a elaborar mi nueva vida, lejos de allí.
«La verdad es que la rebelión contra mis padres, contra la pobreza, contra mi clase social, su racismo, su violencia, sus atavismos, fue algo secundario. Porque, antes de que me alzara contra el mundo de mi infancia, el mundo de mi infancia se había alzado contra mí. Para mi familia y los demás, me había convertido en una fuente de vergüenza, incluso de repulsión. No tuve otra opción que la huida. Este libro es un intento de comprenderla.» Édouard Louis
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Esta maravillosa novela, que podemos calificar como una referencia incondicional y perfecta de la «nueva literatura queer/gay», está llena de poder, de sentimientos, es un viaje al infierno y al placer de la incomprensión, de la lucha por los valores más humanos, de la lucha por ser, y que te dejen ser, por vivir y aprender el significado que tiene tu vida: el don que tu no eliges, porque cuando uno nace, igual que no elige el color del pelo ni de los ojos tampoco elige su orientación sexual. Por eso, ese texto, en estos días, donde parece que vale más el desprecio que cuatro desfiles y carrozas mal adornadas que no conducen a nada, Édouard Louis, desde la humildad de su pluma, suma conceptos, clases, miradas, verdades y mentiras para llegar a despejar la ecuación de su propia supervivencia. Qué orgullo, qué placer la lectura de esta novela. Una novela que demuestra que la vida no es más que un simple y llano aprendizaje de la mirada, acompañada de silencios, que construyen hombres, más allá de cualquier intimidad, que todos, y nadie se salva, guardamos en un cajón lleno de polvo y cartas que nunca, en ninguno de los tres espacios que nos orientan, nadie leerá. Pero este texto es un alegato, un poderoso manifiesto de coraje y orgullo por y para el ser humano, que puede que haya evolucionado (o no) mucho más de lo que creemos. Por eso Édouard Louis te hace comprender que no somos mediocres, sino fortalezas inexpugnables y nada fáciles de imitar, donde toda forma posible acaba para, después, convertirse en literatura de verdad en primera persona, en neologismos personales que nos hacen más auténticos, si cabe.
