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de FERNANDO VALLEJO
de FERNANDO VALLEJO
¡Qué incendio! ¡Qué esplendor! Mi vocación pirómana se supera esta
noche. Se prodiga en llamas que se empinan desde abajo, de la acera,
tratando de subir a mí, como lenguas de fuego más largas que las del
Espíritu Santo. Lenguas vile, lisonjeras, no me venga a decir ahora que
yo soy el incendiador de Nueva York porque no se lo voy a creer.
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