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de TERESA DE CALCU
de TERESA DE CALCU
Asomarse a la figura de la Madre Teresa despierta inmediatamente unsentimiento de sincera y admirada gratitud. ¿En quin, nada m s evocar a la Madre Teresa no surge espont nea una tan sincera como conmovidaadmiraci¢n? ¿Y quin, si se detiene un poco a analizar su propiaadmiraci¢n, no la advierte ¡ntimamente te¤ida de gratitud? Unagratitud que es casi responsabilidad de corresponder a algo que seprolonga y se repite observando lo que sus hijas, las Misioneras de la Caridad y el resto de la familia virtual de sus colaboradores siguenencarnando d¡a a d¡a con humilde fidelidad. Las razones de gratitud ala memoria viva de la Madre Teresa de Calcuta son tan objetivas comoreal y discretamente observable y visible fue su largo e intenso pasopor este mundo. En efecto, la Madre Teresa vivi¢ largamente entre nosotros, sinocultamientos dictados por el ego¡smo ni por un falso pudor, pero a£nmenos por la comodidad. Su fe y servicialidad la mantuvieron en unapermanente b£squeda de Jes£s. De un Jes£s a quien, fiel a la doctrinade l captada y fielmente observada, identificaba y serv¡a en lospobres -o, como dec¡a ella, los «Pobres», con may£scula-, unos pobresque viven o malviven entre la gente, a nuestro lado y a diario.