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De todas las formas de predicaci¢n, la predicaci¢n de exequias es laque coloca al predicador ante la tarea m s dif¡cil. Las homil¡as deeste libro pretenden prestar una ayuda en la tarea de enterrar a losmuertos y consolar a los que lloran de una manera digna y expresivaLa homil¡a de difuntos exige del predicador no s¢lo una preparaci¢nseria y concienzuda, sino sobre todo una cercan¡a interior a larealidad vital a la que va a referirse la predicaci¢n. Esta cercan¡aal acontecimiento que ha reunido en ese momento a las personas le datambi‚n la capacidad de encontrar las palabras humanas, el tonoaut‚ntico y el vocabulario comprensible para todos. Todo ello, con elfin de formular un mensaje que se pueda creer.De ah¡ el cuidado en la preparaci¢n de tales homil¡as. Quien se lassaca de la manga con un minuto de preparaci¢n en la sacrist¡a o selimita a una pieza de oratoria o a un ensartado de vaguedades ygeneralidades clericales hace un da¤o inconmensurable. Nunca seescucha tan cr¡ticamente como en los entierros.No ha de faltar tampoco el tacto, la delicadeza y el respeto a laintimidad de los variados asistentes. El calor humano, un gran coraz¢n y un pedazo de sabidur¡a adquirido en la experiencia de la vida sonun don divino para el predicador en estas circunstancias de laexistencia humana.
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