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de ALGARÍN NAVARRO, FRANCISCO
de ALGARÍN NAVARRO, FRANCISCO
Las películas de Jacques Rivette están llenas de agujeros, como uncuento al que se le han arrancado algunas páginas o los fragmentos deotras películas que podemos ver por una mirilla. Cuando los personajes miran a cámara, parecen hacerlo a través de una cerradura por la queven sus propias visiones, o un catalejo de papel cartón a través delcual ven las nuestras. Se trata de un gesto único, de cineasta, puesto que convierte esa visión en la propia del cine, siendo aquí, quizápor primera vez, doblemente diferida. ¿Y nosotros? A nosotros nosconvierte en dobles espectadores espectrales. Si la casa encantada deCéline et Julie vont en bateau es la del cine, lo será porque lapelícula nos mira a nosotros también. Cuando ellas abandonan susbutacas, dejando ese contraplano vacío, nosotros ocupamos su lugar, yellas, entre guiños, miran nuestra infancia desde la pantalla. Así, ala vez que se convierten en fantasmas en los planos de la vidaparalela, nosotros pasamos a ser los nuevos espectadores de la casafantasma, intercambiándonos con ellas, relevándolas. Poder ver sinproyectar nuestras sombras: eso es lo que compartimos con ellas, peroésa es también la condición del espectador, convertido en un sujetoactivo, el cual participa como si se encontrara ante un ejercicio demontaje en el que los fragmentos desordenados van adquiriendo a vecesuna forma lineal, o las imágenes se vuelven cada vez más nítidas,completas o presentes. Trabajamos para extender esos fragmentos devida paralela en nuestra mente, planteamos hipótesis, imaginamos elfuera de campo del filme, aquello que nunca vemos pues se encuentrasituado entre las imágenes, o entre las imágenes y las palabras. ConRivette, el tiempo del relato da paso al del enigma o al delfantástico. Por eso, lo que ha mostrado en sus películas no son losreflejos de un mundo en otro, sino la circulación o la corriente entre ambos, las fisuras del cristal por las que podemos movernos, de modoque no veamos ya las imágenes de la película, sino los intervalos ennegro que las separan.