¿Tienes dudas? Llámanos al 967 225 863
Pago seguro
De todo cuanto perdimos nos quedan al menos las lágrimas. La vida pasa volando en Los años rápidos y Secun de la Rosa, otra vez sencillo ycercano, lo cuenta de forma conmovedora. Apenas dos escenas separadaspor treinta años y una tercera extraordinaria en la que ambas sesolapan le bastan para narrar todo un drama familiar. Una historiacondensada en una única estancia: el salón de un hogar de barrioobrero, una butaca gastada, una mesilla, unas lámparas baratas, elcoñac a mano y una cortina de fondo... el reconocible escenariodoméstico, según se mire, del infierno cotidiano o de los paraísosperdidos de la infancia.Jonás Sainz
0 valoraciones