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de AGUILAR ALVEAR, SANTIAGO
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de AGUILAR ALVEAR, SANTIAGO
Que Enrique Jardiel Poncela es uno de los grandes humoristas del siglo XX nadie lo duda. Su obra narrativa y teatral es extensa ybienaventurada. Lo que, quizá, no todo el mundo conoce es su facetacinematográfica y sus quehaceres en tan noble arte.Su figura y el jardielismo crecieron y crecieron, tanto como suincansable capacidad creativa, pero... don Enrique también adolecía de cierto ego que le hizo enemistarse con no pocos de sus coetáneos:críticos, actores, empresarios, compañeros de pluma... Entre estosúltimos estaba Miguel Mihura, de quien ya se ocuparon Aguilar yCabrerizo en otra obra que desentrañaba la génesis de Un bigote parados, una película estúpida de Tono y Mihura que jugaba con lacanibalización de una olvidada cinta austriaca. En feroz competenciacon ellos, Jardiel se impone la tarea de trasladar la idea de susceluloides rancios a un largometraje. Nace así Mauricio o una víctimadel vicio, un disparatado experimento a costa de la película muda Lacortina verde, que se batió en cartelera con Un bigote para dos en laEspaña de la primera posguerra.Y como, hasta donde sabemos, tanto La cortina verde como Mauricioestán desaparecidas y es probable que nunca podamos ver esta obra deJardiel, allá va, hermano lector, este ensayo en el que los autoresnos cuentan todo lo que saben -por investigadores- sobre el periploque le llevó a realizarla, sobre lo que esta película fue y supusopara nuestro cine y lo que de ella pensaron sus contemporáneos.
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