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de CORTIJO OCAÑA, ANTONIO
de CORTIJO OCAÑA, ANTONIO
Don Quijote acomete una búsqueda ("quête") en su peregrinar andariego por tierras de Castilla, camino de Aragón y Cataluña. Ejercitando sus virtudes morales, don Quijote privilegia la justicia y la caridad, siempre motivado por una fe sin paliativos y una buena porfía. De los libros (de caballería) don Quijote avanza, como si saliese de la cueva de sombras platónica, a la visión luminosa de las ideas verdaderas. A través de un proceso (pues su búsqueda es en gran parte dialéctica) de subidas y bajadas, don Quijote recorre todos los aspectos y lugares geográfico-míticos de un recorrido iniciático que le hace abandonar su hombre viejo y desde la consecución de su conversión personal concluir diciendo, como san Pablo, que luchó la buena lucha.
El caballero renace y transforma de paso códigos caducos, hombres viejos. Uno de ellos es el del amor y vida pastoriles, condenados al fracaso por la afasia femenina y el ensimismamiento del amante masculino, ciego a la amistad y al amor "caritativo", ese amor que se da y se entrega. Otro es el del mundo del romance y la caballería de amor, donde los "facta" memorables no se corresponden con una "gnosis" de la realidad verdadera. La desmesura heroica conduce, igual-mente, al fracaso.
En esta obra, se exploran algunos momentos cenitales de este proceso de transformación en el que la voluntad de don Quijote supera con perseverancia, con porfía, todas las pruebas y Dulcinea proporciona la figura catalizadora que mueve la "praxis" del hidalgo y le conduce, como los guías dantescos, al conocimiento, la "gnosis", el secreto de la vida y la salvación.