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de MONASTERIO HERNÁNDEZ, ENRIQUE
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de MONASTERIO HERNÁNDEZ, ENRIQUE
Estos relatos nacen de la oraci¢n de su autor ante la cruz, siguiendola misma l¢gica que le llev¢ a escribir El Beln que puso Dios. AquelNi¤o con el que jug bamos en el portal va a morir en una Cruz y espreciso acompa¤arle. Los actores de esta tragedia son muy diferentes,no hay pastores ni estrellas, ni coros de ngeles cantores. Hay, s¡,un borrico, y est Mar¡a Sant¡sima, siempre joven y hermosa, peroba¤ada en l grimas.Estos relatos nacen de la oraci¢n de su autor antela cruz, siguiendo la misma l¢gica que le llev¢ a escribir El Belnque puso Dios. Aquel Ni¤o con el que jug bamos en el portal va a morir en una Cruz y es preciso acompa¤arle. Los actores de esta tragediason muy diferentes, no hay pastores ni estrellas, ni coros de ngelescantores. Hay, s¡, un borrico, y est Mar¡a Sant¡sima, siempre joven y hermosa, pero ba¤ada en l grimas.Entre los dem s personajes hay de todo: buenos y malos. Amigos deJes£s, como Mar¡a Magdalena, los ap¢stoles, Sim¢n de Cirene o Jos deArimatea, y enemigos que buscan su desaparici¢n de este mundo: Caif s, Judas, Pilato, Barrab s... No ha resultado f cil prestarles la plumapara que tambin ellos relaten algo de la historia tal como lavieron.Como colof¢n adecuado, se incluyen al final unos comentarios al Adorote Devote, conocido himno eucar¡stico atribuido a santo Tom s deAquino. Jes£s, en la Eucarist¡a, rompe las barreras del espacio y deltiempo y vuelve a trasladarnos al G¢lgota.
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