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de CÓRCOLES POLO, BIENVENIDO
de CÓRCOLES POLO, BIENVENIDO
En diciembre de 1978, con la aprobación, en referéndum, de la vigente Constitución, los españoles vivimos unos momentos llenos de ilusión, de esperanza y, al tiempo, de incertidumbre.
Era la primera constitución de nuestro país donde cabían todas las ideas y todas las pretensiones. Era, en definitiva, una constitución hecha por todos y para todos.
Sin embargo, las cosas no han sucedido como todos esperábamos. En el desarrollo de esta Carta Magna empezaron a surgir los egoísmos localistas y las envidias.
Somos incapaces de cerrar las heridas de las luchas entre españoles. Seguimos removiendo el pasado como si fuese algo que nos congratula. Parece como si a los españoles nos gustase, constantemente, promover la existencia de dos Españas, tratando de dividir, de confrontar.
El diseño territorial no acaba de convencer. La separación de poderes sigue siendo una ilusión. Nuestros gobernantes son incapaces de planificar estrategias a medio y largo plazo para el bien de España. El dinero público se dilapida y se derrocha en inversiones de dudosa o nula utilidad general.
Nuestros políticos en general, salvo honrosas excepciones, practican de forma endogámica el «acoso y derribo» del contrario, en lugar de buscar y encontrar puntos comunes. Y, por último, y quizás lo más lamentable, hemos perdido un valor esencial: sentirnos orgullosos de nuestro propio país.