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de CARLOS M. BENAVIDES
de CARLOS M. BENAVIDES
Como en el horizonte de nuestro corazón declina la vida por nuestros dolores, sufrimientos y tragedias, con Jesús se renace a una nueva vida, un aurora, un amanecer, un nuevo día, para renacer como ave fénix de las cenizas de nuestro dolor, así es cuando Jesús entra la primera vez en nuestra alocada vida, en lo íntimo de nuestro corazón, en el fondo del abismo de nuestras propias tinieblas, para iluminar con su amor y así dar a nuestras vidas un propósito, un sentido, de que no es simplemente un ciclo en el que naces, vives y mueres, sino que la vida sigue y no existe un fin, sino más bien un –continuará.
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