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de ESTEFANÍA SEGOVIA
de ESTEFANÍA SEGOVIA
Sanar las heridas puede ser más difícil de lo que uno espera, y aún más si lo que tiene que sanar es un corazón roto.
La soledad de la que antes era amiga, le reprocha a Priscila los cambios en su vida. Es una sobreviviente, una luchadora. Y pese a saberlo, lo más importante en su vida ya no está. Carece de la ambición que ostentaba, . Todavía la energía la recorre, y eso solo demuestra que puede renacer de sus cenizas. Deseosa de reponerse con rapidez, y junto a su fiel compañera, la tristeza, toma serias decisiones que podrían arrancar para siempre a la figura de ojos verdes que la atormenta con su presencia.
Kevin vive en una nube negra y ruidosa que le ensordece la mente. Su vida fue tomada con increíble descaro y por eso se refugia en la noche e intenta olvidar de la única forma que sabe. Y es que estaba viviendo una pesadilla de la que se le hacía imposible salir. Y si tan solo tuviera la leve esperanza, por más diminuta que sea, de poder estar de nuevo con ella, cambiaría el sentido de su vida. Pero entiende que ya es tarde para ellos y nada de lo que haga la hará regresar. ¿O puede que sí?
Tanto Kevin como Priscila guardan con recelo los momentos compartidos. Momentos en los que fueron felices y que les dieron sentido a nuevas clases de sentimientos. Los recuerdos, sin embargo, los atormenta y les juega una mala pasada. Pero las casualidades y la obstinación del destino preparan sorpresas de las que solo el futuro es aliado y en las que puede cruzar más de un camino.
«En retrospectiva, había sido fácil renunciar. Lo difícil fue resistir a esa decisión, habiendo experimentado la felicidad plena con él; comprendiendo lo que dejaba ir».
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