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de HENRIQUES,PEGOTTY
de HENRIQUES,PEGOTTY
Al principio parece muy difícil coordinar las ayudas de manos y piernas. Gradualmente se convierten en reflejos automáticos, el jinete comprueba que ha aplicado una ayuda casi sin pensar. Éste es el momento más maravilloso, pues desarrolla la mejor ayuda de todas: básicamente la "sensibilidad". El jinete permite que su cuerpo sienta lo que su caballo hace, en vez de confiar en sus ojos y su cerebro.