¿Necesitas ayuda? Llámanos al 967 225 863
de DE MARTÍ VALLÉS, JOSEP
de DE MARTÍ VALLÉS, JOSEP
Hace unos años creímos que España era un país rico. Que teníamos elsistema bancario más saneado del mundo, que estábamos alcanzando anuestros vecinos del norte en nivel de vida y renta per cápita,incluso que les llegaríamos a superar. Nos veíamos avanzando por unprometedor sendero rodeados por miles de grúas, montañas de pisos,flamantes aeropuertos, vías de AVE y aun más pisos y filas deadosados. Y allí, en el horizonte, justo al alcance de nuestra mano,el oasis del pleno empleo.Fue entonces cuando España decidió que sus ciudadanos merecían underecho más: el de recibir atenciones si algún día la edad o laenfermedad les hacía necesitar de ayuda para hacer aquello que casitodos hacemos por nosotros mismos. Pero no sería un «derechillo» más,¡No señor! Éste sería subjetivo, universal y se convertiría en elcuarto pilar del estado de bienestar, al lado de la sanidad, laeducación y las pensiones. O sea, sería, para todos: ricos y pobres,altos y bajos, catalanes y asturianos Sería caro pero ¡Qué narices!,nos lo merecíamos y nos lo podíamos permitir.Nuestros gobernantes, que sabían que de verdad no éramos tan ricos,que el oasis era un espejismo y que crear ese nuevo derecho saldríademasiado caro, decidieron que, a pesar de todo, sacarían adelante lproyecto y en el proceso, nos engañarían a todos.