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de CALVEZ, JEAN-YVES
de CALVEZ, JEAN-YVES
¿Cómo hablar de la fe que da el sentido más profundo a la propia vida? ¿Y cómo hacerlo intentando mostrar su racionabilidad, del modo másriguroso posible y respetando al mismo tiempo el misterio quesupone?Ser creyente sitúa al ser humano en una posición muy especial: esaquel que ha hecho el acto vital de confiarse plenamente a un Misterio absoluto que le excede pero que le habita. La fe es, ante todo, laactitud existencial de entregarse a alguien sin condiciones. Esto eslo que de común hay en todos los creyentes, más allá de lasdiferencias confesionales o los contenidos concretos de cada credo.Ser cristiano es haber descubierto ese Absoluto en Jesús de Nazaret,que por ser hombre como lo es, tan radicalmente, puede ser confesadocomo Dios y Señor.Desde ahí es posible pensar en una existencia rescatada y liberada, en una Iglesia como comunidad de los testigos de lo que le sucedió aJesús, en una ética basada en el amor e, incluso, en la superación dela muerte.Si estas son las maravillas que Dios hace en el creyente, también Dios las hace en todo hombre y apuesta por ofrecernos a todos nuevasperspectivas insospechadas, que pasan por el valor absoluto de lapersona y en el tan necesario trabajo por la solidaridad.Y todo ello aprendido humildemente en la escucha del Concilio Vaticano II. Nada humano queda fuera de la fe, nada de la fe ignora lo humano.