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de ARRIBAS, ANGEL
de ARRIBAS, ANGEL
Una tarde de noviembre se acercó a la playa de Figueretas, la más próxima a la ciudad y, sin desvestirse siquiera, se adentró en el mar. Llevaba puesto el cinturón emplomado que utilizaba para bucear por lo que, cuando dejó de hacer pie, sintió que se hundía sin remedio. En Ibiza nadie se sorprende por nada de modo que las pocas personas que le vieron no le concedieron ninguna importancia hasta que desapareció bajo el agua. En ese momento los experimentados vigilantes, que ya habían puesto una zodiac en marcha, le rescataron en un tiempo record. Por muy hundido que estés, cuando consigues salir a flote, te vuelves insumergible. -Alberto Arroyo