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de SIMEÓN RIERA, J. DANIEL
de SIMEÓN RIERA, J. DANIEL
Si América fuera el espejo en el que se mira el hombre delRenacimiento, África será donde el hombre ochocentista cobraráconciencia de si mismo. En su autodestrucción ideológica, la Europaburguesa del progreso y de la máquina necesitaba mitos, y el?continente oscuro? se los proporcionó con creces. Forjada con lostestimonios de los que lo recorrieron, aquella fantasmagoría llamadaÁfrica sirvió para acabar la imagen del Otro inferior ?que encarnaríael negro/proletario- con la que resaltar la excelencia delblanco/burgués, para reformular el arquetipo del héroe representadopor el explorador, para inventar la antropología, proveer laliteratura de viaje, ejecutar el colonialismo, espolear el patriotismo y hacer posible la misión redentora inherente a la tradiciónjudeocristiana. También serviría, y no de menos, de oscuro objeto deldeseo, porque aquella civilización que adoraba al dios de la razónnunca ha podido olvidar su yo tenebroso, un no que África le recordará con una insistencia inquietante.