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de RAMOS DE LA TORRE,LUIS
de RAMOS DE LA TORRE,LUIS
Porque los muertos no envejecen,
y menos aún los cadáveres
olvidados,
los nombres descartados de la historia.
Nosotros sí.
Nosotros mostramos
arrugas,
surcos de un acero indolente,
sobre todo en el alma,
pliegues
retorcidos y férulas
entre la grava y el cuero de los valores
vacíos que revocan la conciencia.
La tierra no tiene arrugas
y respira,
suspira por la herida que la eleva del suelo,
respira por la fractura de la traición
y se rebela,
se entrega con tanta dejadez,
tanta desgana.
¿No escucháis
el grito del cuarzo y las voces
del sílice arañando tanta lejanía?
¿No ontáis el paso del cierzo crudo,
el latir de las sombras
doblegando el metal de los cerrojos?