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de PARNALL, PETER
de PARNALL, PETER
Gato se detuvo. En el silencio que siguió podía sentir la sangre circular en sus piernas, podía oírla en sus orejas. Entonces escuchó un golpe seco y sordo. Conocía ese sonido. Era liebre. Gato se agazapó, el vientre pegado al suelo, y se deslizó hacia adelante como una macha de aceite.
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