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de JIMÉNEZ CANO, AGUSTÍN
de JIMÉNEZ CANO, AGUSTÍN
A lo largo del siglo XIX, Ciudad Real capital despertó el interés de buena parte de los inversores que apostaron por el ferrocarril como el modo de transporte que estaba llamado a impulsar la modernización económica de España. La provincia de Ciudad Real, debido a su localización, se encontraba en la trayectoria de cualquier trazado que desde Madrid quisiera dirigirse al Levante buscando el Mediterráneo, al sur hasta alcanzar Andalucía y, por supuesto, al oeste para enlazar con la vecina Portugal. Gracias a ello, esta provincia se convertiría, en tan solo 25 años (entre 1854 y 1879), en una de las primeras del Estado en concluir la práctica totalidad de su dotación de infraestructuras ferroviarias de vía ancha, al ser atravesada por las principales líneas que, a la altura del último tercio del siglo XIX, surcaban ya la submeseta sur. Entre ellas se encontraba la que unía de forma directa a la capital provincial con Madrid, Badajoz y la frontera portuguesa. La importancia de ese emprendimiento económico obligó a dotar a Madrid de una nueva estación, Madrid-Delicias, que sería conocida durante unos años como