¿Necesitas ayuda? Llámanos al 967 225 863
de LEUTRAT, JEAN-LOUIS
de LEUTRAT, JEAN-LOUIS
Como sabemos, todo libro se nutre, en efecto, no s¢lo de losmateriales que le proporciona la vida, sino asimismo, y acasoespecialmente, del espeso mantillo de la literatura que lo haprecedido. Todo libro crece sobre otros libros, y tal vez el genio nosea sino la aportaci¢n de unas bacterias concretas, de una delicadaqu¡mica individual por medio de la cual un esp¡ritu nuevo absorbe,transforma y, finalmente, restituye, con una forma indita, no ya elmundo en bruto, sino la enorme materia literaria que preexiste enl.
A despecho de las apariencias, la literatura se escribe enverdad a dos manos, como la m£sica de piano. La l¡nea, la melod¡averbal, se alza y se apoya sobre una base continuada, unacompa¤amiento de la mano izquierda que recuerda la presencia ensegundo plano del corpus de toda la literatura ya escrita, y quese¤ala, con discreci¢n y firmeza, que por siempre jam s hemosabandonado el registro de la comunicaci¢n trivial. En realidad, aligual que no hay en la ¢pera partes habladas, jam s ha existido en laliteratura lo hablado. Ni en los tiempos de Homero ni tampoco en losde Cline o Queneau.
¨Por qu desde muy temprano arraig¢ en m¡el sentimiento de que si bien s¢lo el viaje ?el viaje sin nimo deretorno? nos abre las puertas y puede cambiar nuestra vida de veras,un sortilegio m s oculto, que semeja el manejo de la varilla delzahor¡, se liga a ese paseo favorito entre todos, a esa excursi¢n sinaventura ni imprevistos que nos lleva en unas horas a nuestro puertode amarre, a la clausura de nuestro hogar familiar?