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de FIGUEROA ÍÑIGUEZ, MARÍA JOSÉ
de FIGUEROA ÍÑIGUEZ, MARÍA JOSÉ
Pensar que la educación espiritual y religiosa comienza con laEnseñanza Primaria constituye un error. Desde el mismo momento delnacimiento, el sujeto se convierte en un ser que aprende, y, desde ese mismo momento, padres y educadores deben iniciar su tarea. Crear lainfraestructura, las condiciones óptimas para que el niño pueda sentir a Dios es una labor desde el primer día del nacimiento. Por estemotivo es imprescindible conocer todos los procesos que influyen en la maduración y desarrollo intelectual de cada cual, para estimular yfomentar las condiciones que permitan formar su intelecto y también su espíritu. Los procesos de enseñanza-aprendizaje son complejos, y es necesarioconocerlos, saber en qué condiciones se da cada uno y estar preparados para utilizar cada metodología en función de aquello que se pretendeenseñar. Así se optimizan los resultados. La formación religiosa en la educación infantil conforma la etapa más compleja y decisiva en laformación del sujeto como persona que piensa y siente.