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de ZIMNIK,REINER
de ZIMNIK,REINER
En todas las ciudades hay grúas, esas jirafas metálicas que mueven las cabezas entre los edificios más altos. Pero en aquella ciudad no había ninguna, y como la ciudad crecía sin parar y la mercancía se agolpaba en la estación, el alcalde y los doce concejales decidieron construir una grúa de carga en las afueras de la ciudad. Un día un hombre trepó a lo más alto de la grúa y no quiso bajar. Era tan maravilloso ser el conductor de aquella máquina, oír zumbar el motor y chirriar las poleas. Desde allá arriba podía ver las estrellas por las noches; y por el día, los ríos, los barcos y toda la ciudad. Por eso, el hombre de la grúa no quería bajar.