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de EQUIPO PARRAMÓN
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La esencia del arte de dibujar es el arte de observar, y para observar es imprescindible la luz. Nada puede ser observado sin luz, es decir, todo lo que vemos, está sometido a una iluminación determinada. Para aprender a dibujar primero es preciso aprender a utilizar la luz. Ésta ayuda a describir los modelos, pues define la volumetría de los objetos, modela sus superficies y los sitúa en los diferentes planos de la distancia. En el dibujo, la luz no existe sin la presencia de la sombra, lo claro no existe sin lo oscuro; es la lucha de estos contrarios y su disposición en el modelo lo que define los diferentes planos y ubica la fuente de luz que ilumina el modelo.
El control técnico de la distribución de las luces y las sombras constituye un factor esencial y definitivo que es necesario aprender si queremos dar mayor verosimilitud a la representación. Las sombras sirven para matizar la luz, crear efectos dramáticos e imprimir un determinado ambiente emocional a la obra, son la clave emotiva del dibujo y permiten darle un mayor tratamiento pictórico.