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de CHIC GARCÍA, GENARO
de CHIC GARCÍA, GENARO
El Guadalquivir o Río Grande, conocido antaño como Betis, es un río de no mucha agua y pendiente superior a la recomendada para lanavegación, salvo en su parte final, desde poco antes de Sevilla,cuando en realidad se funde con el mar y las mareas se hacen sentir adiario. Mide sólo 657 km. El apelativo de Grande con el que leconocieron los árabes sin embargo lo tiene más que merecido porque,pese a sus limitaciones, fue siempre una vía de comunicación del surde la Península Ibérica entre regiones dotadas por la naturaleza degran riqueza tanto en su suelo como en su subsuelo. Con un climaidóneo para cultivos importantes para el hombre, sobre todo el olivo,en sus orillas existieron grandes menas metálicas, de plata y cobresobre todo, que atrajeron desde muy temprano la atención de lospueblos desarrollados del Mediterráneo que las solicitaban. Lacivilización avanzó por ello en estas tierras antes que encualesquiera otras de extremo Occidente, entrando en el campo del mito (Tartessos). La unidad lograda desde el siglo II a.C. por el dominioromano, en su primera expansión imperial fuera de Italia, dimensionóla explotación de las riquezas de la zona e invitó, con el paso deltiempo, a que se fueran haciendo navegables de forma continua lostramos del río que se situaban entre Sevilla (Hispalis) y Córdoba,unos 200 km, así como la porción de su afluente Genil que se extiendeentre Écija (Astigi) y Palma del Río, otros 30 km. Las obras deingeniería, que se estudian aquí, tendieron a fijar el cauce ycontener la corriente mediante diques, al tiempo que se lograbaretener el agua en el álveo en las épocas de escasez. Estos trabajoscostosos se justificaban porque el transporte naval era mucho másbarato que el terrestre y permitía una mayor capacidad deabastecimiento en los puntos exigidos, como podían ser Roma o loscampamentos legionarios del Imperio, adonde llegaban los productos del valle del Guadalquivir. Ello exigía, a su vez, una precisaadministración que también se considera en esta obra. La navegabilidad se procuró mantener hasta que la aparición del ferrocarril abaratóenormemente los costos del transporte interior, cosa que no sucedióhasta mediados del siglo XIX.