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de CARLOS LOSILLA
de CARLOS LOSILLA
Max Ophüls sigue siendo un cineasta escurridizo. Y no solo porque su carrera se desarrollara en varios países, a lo largo de una de las épocas más conflictivas de la historia europea y norteamericana. Películas como Amoríos (1932), Carta de una desconocida (1948), Almas desnudas (1949), La ronde (1950) o Lola Montes (1955) son todavía enigmas por resolver, en apariencia bonitos juguetes barrocos, en el fondo melancólicos comentarios sobre el amor, el sexo, la identidad, la transgresión.