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de LINCOLN,ABRAHAM
de LINCOLN,ABRAHAM
incoln fue un apasionado de la política, en realidad, en el mejor sentido de la palabra, de ésta que ha llegado a ser un mal vocablo, muchas veces por obra de los mismos que más debieron hacer para enaltecerla. Sus cartas, mensajes y discursos, su vida toda, nos revela esa profunda vocación política. Leerlo es una de las mejores maneras de volver a descubrir la dignidad que él reconoció en esa disciplina. En sus páginas encontraremos planteados y con frecuencia resueltos muchos de los problemas que nos preocupan y confunden. Le veremos discurrir sobre la soberanía nacional y su estrecha relación con la democracia; condenar el expansionismo y el nacionalismo de su propio país y exaltar a éste fundamentalmente por lo que podía ofrecer a todos los hombres. Le oiremos defender a las minorías, aunque él las considere crasamente equivocadas. Nos dirá que si la mayoría ha de ser el verdadero soberano del gobierno libre, deberá someterse a controles y limitaciones constitucionales y poder cambiar fácilmente con cambios deliberados en las opiniones y los sentimientos del pueblo. Veremos, en fin, proclamar de mil maneras su fe en la democracia, la libertad, la igualdad de todos los hombres y afirmar el sentido racional y ético de la acción política.
Se dice que una vez un monarca oriental pidió a sus sabios que le inventasen un sentir que pudiera tener siempre a la vista y que resultase siempre cierto y apropiado para todo momento y situación. Y los sabios le presentaron las palabras Y esto también perecerá. Sin embargo, esperemos que no sea totalmente cierto. Esperemos más bien que, cultivando de la mejor manera el mundo material que nos rodea y el mundo moral e intelectual que hay en nosotros, lograremos obtener una prosperidad y una felicidad individual, social y política que será cada vez más profunda y más alta y que mientras exista el planeta no perecerá.