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de RAHM, H.J.
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La vida, como todo el universo, como todas las cosas de la naturaleza, como nuestro propio cuerpo, tiene su ritmo, un ritmo que no podemosalterar si es que deseamos que nuestra vida conserve la armoníadispuesta por el Creador.Es prudente, sabio y feliz quien acepta el proceso de su vida en cadauna de sus diversas etapas, quien colabora y se adapta al mismo demanera pacífica, sin pretender alterar sus leyes.Es feliz quien comprende que cada edad tiene su encanto y sus ventajas y sabe aprovecharlas.Cuando ha avanzado la noche se oye mejor el silencio. Se oye eldespertar de los ruidos que anuncian la alborada, está a punto desorprendernos la refulgente estrella de la mañana. Es tiempo parasaborear horas de paz y de gracia, tiempo de creatividad espiritual,tiempo para apoyar a las generaciones jóvenes, para aceptar una seriede limitaciones que nos permiten situarnos en lo esencial, para reunir tesoros tal vez ignorados de nuestra vida, para convertir la posibley buena soledad en universal apertura. Tiempo para vivir en la alegría del Espíritu.