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de JOSÉ IGNACIO ZUAZO ARSUAGA
de JOSÉ IGNACIO ZUAZO ARSUAGA
Porque algunos nos iremos sin haber estado del todo, parece saludable aceptar el juego no buscando demasiadas razones. Cae la bola con su ruido característico y la rueda gira, el resultado lo cantará el azar. Y mientras, seguiremos nosotros fabricando ruletas con nuestra mejor voluntad. Al fin y al cabo quizá todos somos gusanos caritativos que, con nuestras poderosas y ajenas ganas de vivir, construimos el capullo para cobijar a los que vendrán después. En resumen: trataremos en estas líneas que siguen sobre la gravedad, que hace caer la piedrecita soltada por la mano, y sobre la fuerza similar, que naciendo no se sabe dónde, hace brotar el caudal de un querer vivir tan sólido como enigmático.