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de DEL ARCO, MIGUEL
de DEL ARCO, MIGUEL
José Luis Sampedro decía en una entrevista que la humanidad haprogresado de una forma fabulosa pero no hemos aprendido a vivir enpaz, a convivir, a no matar al vecino. Cuando se estrenó Veraneantesen 1904 Rusia se agitaba con la idea de emprender una revolución quedevolviera la dignidad a los seres humanos. Hoy sabemos el resultadode aquella revolución y nos permitimos pensar en ella con ciertadisplicencia, como en tiempos de barbarie en los que hombres y mujeres daban palos de ciego en busca de la magnífica modernidad de la quenosotros disfrutamos. ¿Qué nos convierte en una sociedad moderna másallá del paso del tiempo y los adelantos técnicos? ¿En qué hemosprogresado? ¿Hemos solventado la injusticia, la miseria, ladesigualdad, la guerra, el terror, la intolerancia? Ya ni siquieracreemos que una revolución sea posible. El dinero manda. Es el sistema que nos rige y no tiene alternativa ¿No la tiene? ¿En serio debemosaceptar como inevitable un sistema que ahonda de una forma cada vezmás salvaje en el beneficio económico frente a la dignidad del serhumano? Este «enorme progreso» de nuestra sociedad con respecto a laque asistió al estreno de los Veraneantes de Gorki me decidió aemprender la reescritura del texto. Nuestros veraneantes están aquí yahora. Posiblemente con la misma necesidad de cambio que susantepasados rusos pero, tal vez, más incapaces para provocarlo y,seguramente, menos valientes. Con todo a su disposición para serfelices en este verano de nuestro descontento.